sábado, 18 de mayo de 2013

Punto.

No hago más que escribir de tí.
No hago más que pensarte.
No hago más que recordar tus manos recorriéndome.
No hago más que recordar tus ojos, tu risa, tu voz.
No hago más que recordar tus besos.
No hago más que pensar en las tardes juntos. En las noches en tu casa, contigo, abrazándome mientras veíamos una película.
No hago más que sentir la textura de tu cabello cuando te acariciaba y te llenaba de besos el rostro.
No hago más que extrañar tu aroma.

Me hablan de la Cineteca y pienso en tí. Me hablan de la Alameda y pienso en tí. Me hablan de la Roma y pienso en tí. Me hablan de  películas, de café, de vino y pienso en tí.
Cuando incluso tampoco nadie habla pienso en ti.

No hago más que extrañarte

¿Dónde estoy? ¿Dónde me perdí también yo?
Ya no quiero ser esta silueta sin forma, este rostro sin vida que llora de noche en noche.
Ya ha pasado más de un mes, ¿cuánto más es necesario para que te esfumes de mi alma?

¿Piensas en mí?

Ya no te hago reír, ya no te beso, ya no te abrazo.
Pero te aseguro que pude entenderte los ojos cuando me mirabas en el invierno.

O bueno, eso creí.
Ahora ya no sé de quién me enamoré.

domingo, 24 de marzo de 2013

Naufragio.

¿Dónde estás? Ya no sé si me miras. Eres como el mar, sí amor mio, como el mar al que tanto amas.
Te saluda el capitán de la embarcación a sabiendas del naufragio que se aproxima.
No sé cuando me volví capitán, lo cual es curioso al ser una nave vacía.

Me gustaría que me miraras con los mismos ojos que alguna vez lo hiciste.
Me siento asfixiada, atrapada a veces. Quiero irme ya, lejos.
Lejos, muy lejos.
Donde no vea tus ojos tristes al cerrar los míos. Me contagias la tristeza, tal cual una enfermedad, así.

Pero no puedo dejar de mirarte. No puedo, ni quiero. Me tienes como deslumbrada.
Embebida en tus ojos, es la única luz que la que me place sumergirme sin más.

Y me da miedo, mucho miedo. Miedo de no saber qué hacer para ayudarte, miedo de que no sientas lo mismo que yo. Por que, oh si, puedo asegurar que a pesar de los malos ratos eres la persona que me ha hecho feliz como ninguna.

No soy el héroe de esta historia. Ni lo seré probablemente.
Pero eso no significa que no fuese valiente.
Que a pesar de todo, voy a seguir al frente del navío hasta que ocurra el siniestro. Y tal vez, nos veamos en la línea final.

El cielo, que alguna vez te escribí, ya se nos llenó de besos al parecer.
Ahora ya no sé dónde poner los que tenía reservados para cuando volvieras a casa.

sábado, 9 de febrero de 2013

Sigo en la misma habitación.

No sé cómo empezar. El inicio de los textos es el que me cuesta más trabajo siempre.

Tal vez sí, tal vez si viva como una ermitaña en mi propia cabeza.
Tal vez soy egoista.
Tal vez me siento así por que te extraño, por que en estos meses me he acostumbrado tanto a ti  Me has brindado más que tus brazos y tus labios, me has brindado una relativa seguridad en algo. Relativa, recalco.
Porque no sé que voy a querer mañana ni sé que vayas a querer tú. Oye, que yo soy demasiado joven y tú estás desenterrando muchos viejos planes.

No has llamado y me siento ansiosa.
Tengo miedo de perderte, pero al mismo tiempo no quiero engancharme. Por que algo me dice que esto no va a salir bien. Que no puede salir bien, para ser más precisos.

Precisión y exactitud.
Para que algo se tome en cuenta, no es tan importante que sea exacto. Vale más que sea preciso, que dé el mismo número con más frecuencia. El error, la incertidumbre, el alejamiento con la realidad al parecer no lo toman mucho en consideración en analítica.

¿Y la realidad?
¿La mía, la tuya?

¿Hay incertidumbre entre nosotros? Yo pienso que sí.
Y el reloj sigue corriendo, y los fantasmas aún no se alejan. Ni los míos ni los tuyos, los seguimos jalando.

Y ambos sabemos que en algún momento, no sé cuándo ni cómo, nos van a encarar. Y ahí sí, mi amor, no podremos huir.